Algunos tenemos la rareza de visitar las tumbas de personajes muy conocidos en nuestros viajes. La última vez que paseé, mapa en mano, con la intención de visitar ciertas tumbas fue en el cementerio parisino de Père Lachaise (donde, por ejemplo, está Oscar Wilde). Aquí, en Toledo, tenemos dos enterramientos que hubieran merecido una mayor atención con la intención de que pudieran ser visitados. Pero sobre ellos se cierne una buena dosis de leyenda y de mala suerte. Me refiero a Garcilaso y al Greco.
Los restos de Garcilaso reposan en una cripta de una capilla de la iglesia de San Pedro Mártir, sede actual de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Desgraciadamente se arregló hace poco el piso de esta iglesia y sólo han dejado una inscripción en una loseta donde se advierte que debajo está la cripta funeraria. No han tenido el detalle de haber puesto un trozo de cristal para que se pudiera contemplar lo que hay al fondo. Y, además, no se puede visitar.
Una pena. De todas formas el reconocimiento a Garcilaso queda asegurado con la espléndida escultura de Julio Martín de Vidales en la plaza de san Román. En relación con El Greco, con muchas dudas se piensa que sus restos están en el convento de santo Domingo el Antiguo, donde recibió sus primeros encargos cuando llegó a Toledo.
Aquí sí hay una cripta que puede ser contemplada a través de un cristal que hay en el suelo. Aquí se observa ese arcón donde, según se cree (la otra alternativa es una iglesia desaparecida, la de san Torcuato), descansan sus retos. ¿Dispone El Greco de algún detalle escultórico en la ciudad? Creo que solamente ese monumento funerario que se inauguró el 7 de abril de 1914 con ocasión del III centenario de su muerte en el Paseo del Tránsito, lugar donde vivió.
Esta pieza, de estilo neoclásico, es obra del escultor José Capuz y del arquitecto Eladio Laredo. En su época ya recibió muchas críticas. Y por lo que a mí respecta también, pues me parece fea, insípida o anodina. Pasa totalmente desapercibida y no dice nada. ¿Es que el Greco no se merece una escultura como Dios manda? Creo que esto está fuera de toda duda y que es una tarea por hacer.
Hace poco, en su último libro «El Griego de Toledo», comentaba Antonio Hernández-Sonseca las vicisitudes del primer monumento escultórico que se hizo al Greco en España, que fue en un pueblo barcelonés que el pintor nunca pisó: en Sitges. Allí se inauguró el 29 de agosto de 1898 y fue posible gracias al empuje de un grupo de autores modernistas encabezado por Santiago Rusiñol (que tenía dos cuadros del Greco, que compró en París). Lo hicieron porque consideraban al Greco un precursor de la pintura modernista.