Rocío Marín Andrés es médico forense desde 1990 y desde mayo pasado dirige el Instituto de Medicina Legal de Sevilla. En su dilatada trayectoria, ha practicado numerosas autopsias y ha investigado muchos tipos de muerte.
La doctora reconoce que cualquier fallecimiento «es una pena», pero sobre todo impactan los de niños pequeños, como los últimos casos de ahogamientos producidos en alguna piscina. «Estas muertes son las que más impactan, pero tratas de marcar una distancia. Hay muertes que se ven tan absurdas… El azar y el destino son tremendos», comenta Rocío Marín.
Cuando se convive con la muerte a diario, como es el caso de esta forense, «se valora mucho más la vida y se aprende a disfrutar de las cosas pequeñas, como salir a ver un escaparate» tras una jornada de trabajo intensa. Rocío explica que hay quienes consideran «morboso que te guste este trabajo», pero la forense responde que lo importante de este trabajo es poder explicarle a los familiares de una víctima «qué ocurrió, cómo fue la muerte, si sufrió o no, y dejarles una ventana abierta al consuelo, ayudarles a elaborar el duelo».
La directora del IML relata que la relación con las familias es «especial», precisamente por el consuelo que se les ofrece en muchos casos, porque es importante que alguien les informe sobre las circunstancias en las que se produjo el fallecimiento de la persona querida. La forense explica que en ocasiones se enfrentan al «sentimiento de culpa» de muchas personas cuyos familiares vivían solos y fallecen de forma violenta, pero si se les explica que a lo mejor el fallecido tenía una patología grave, pueden tener más consuelo.
«Una de las cosas que prima en nuestra actuación es la buena relación con el usuario, con el familiar del fallecido o con la propia víctima cuando es atendida en una consulta de la clínica forense, porque a la gente le asustan los juzgados. Hay que intentar que el trato al usuario sea bueno y que éste se vaya contento», asegura Rocío Marín.
La doctora recuerda que el forense no deja de ser un funcionario al servicio de la Administración de Justicia, a la que auxilia, por lo que debe intentar ser «objetivo e imparcial, porque vas buscando la verdad, para hacer un trabajo objetivo y con la mayor celeridad posible».
La directora del IML de Sevilla comenta que el trabajo forense no tiene la espectacularidad que reflejan series de televisión como la conocida CSI, pero en todo caso la medicina forense «es moderna y ha dado un salto al siglo XXI». La doctora señala que actualmente disponen de buenos medios para desarrollar su trabajo y destacó el sistema de digitalización de radiografías, que «es fantástico para buscar un proyectil» cuando se está realizando una autopsia.
Los forenses trabajan en contacto directo no sólo con los jueces, sino también con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con la Policía Nacional y la Guardia Civil, con los que mantienen «buenas relaciones».
La Consejería de Justicia de la Junta se ofreció recientemente a colaborar con la tragedia del tren de Santiago de Compostela en lo que se refiere a las labores para la identificación de las víctimas, para lo cual estaban dispuestos a desplazarse a la localidad gallega hasta cuatro forenses del Instituto de Medicina Legal de Sevilla. La colaboración no se llevó a cabo finalmente porque las autoridades gallegas no lo consideraron necesario, ya que la identificación se realizó de forma rápida.
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